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"Levantaos y Venid a Mi"

  • Shelter
  • 20 sept 2020
  • 5 Min. de lectura

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Me puse a reflexionar en cómo era mi vida cuando conocí el evangelio, la verdad es que no recuerdo mucho, era una niña de 8 años que pasaba la mayor parte de su tiempo encerrada en su cuarto haciendo tarea o viendo la tele, esperando la noche para poder ver a mi mamá que llegaba de trabajar.

Un día dos misioneros tocaron a la puerta, yo al escuchar que sonó el timbre salí de mi cuarto a asomarme y mi papá dejó que dos chicos americanos entraran a la casa y decidí quedarme escondida en el pasillo para escuchar que pasaba, no recuerdo qué hablaron, pero ese día entró a casa una luz que no puedo permitir que un día se valla.

Mi papá nos cuenta que los misioneros le preguntaron si conocía el plan de felicidad que Dios tenía para él y su familia; él no creía en Dios, de hecho en nada, pero pensó que eran dos jóvenes sedientos y que no pasaría nada si los dejaba pasar a tomar un vaso de agua, pero pasaron muchas cosas, nos bautizamos, nos sellamos como una familia eterna, partí a una misión, nos hemos alejado, hemos regresado y hoy estoy aquí sentada buscando compartir mi testimonio con todo el mundo y se que permitir que Cristo entre en nuestra vida, siempre será la mejor decisión.

Cuando era una niña pequeña soñaba con un mundo perfecto y quería ir a la misión para compartir con todos la felicidad que representaba el evangelio para mí, tuve amigos maravillosos, algunos ya están casados, otros han acabado la universidad, varios fuimos a una misión y otros están aún sirviendo, algunos se alejaron y aunque nuestras vidas han dado grandes cambios, crecimos con un tesoro invaluable que es el evangelio, y todos podemos volver a nuestros inicios, ser niños pequeños, podemos arrepentirnos y tener de nuevo el deseo en nuestros corazones de ser felices y lograr todo lo que nos proponemos.

Podemos pasar por tribulaciones, algunas veces por nuestra desobediencia, otras simplemente son pruebas a las cuales debemos enfrentarnos para poder aprender algo más, para todos hay tormentas que no sabemos si durarán un día, una semana, meses o quizás años pero en este estudio encontré una promesa que se encuentra en 3 Nefi 10:10 y cito:


“Y se integró la tierra otra vez, y se afirmó; y cesaron los lamentos, y el llanto, y los gemidos de los que quedaron vivos; y su lloro se torno en gozo, y sus lamentaciones en alabanzas y en acción de gracias al Señor Jesucristo, su Redentor”.


Todo puede volver a la paz, las tormentas no serán eternas, en cambio se nos ha prometido que gracias a la expiación de Cristo el gozo será eterno.

Cristo visitó las américas, después del precio que pagó, dando su propia vida, resucitó para dar testimonio del Padre y el Padre dio testimonio de Cristo cuando éste descendió y visitó a las ovejas del otro redil, permitió que tocaran su manos y la herida en su costado, aquellas marcas que dan testimonio de que Él es el Cristo, el Hijo de Dios y que el ya pago, nosotros sólo debemos de seguirle y ser sus discípulos cada día.

Siempre nos tiene sus brazos abiertos, la invitación la hace a cada uno de nosotros y como señalan el Élder Neil L. Andersen “Me maravillan los brazos del Salvador llenos de misericordia y de amor que envuelven al arrepentido, sin importar lo egoísta que haya sido el pecado que abandonó. Testifico que el Salvador puede perdonar nuestros pecados y que está ansioso por hacerlo”

Todo lo que Cristo hizo es para que no nos perdamos, para que aceptemos su invitación de venir a él, podamos ser como niños pequeños, pedir perdón, comenzar de nuevo y progresar para un día lograr ser como él.


No se nos ha dejado solos en este mundo después de nuestro bautismo se nos confirió el dónde del espíritu santo, que nos ayuda y nos guía a media que vamos creciendo dentro del evangelio, muchos de esos cambios a veces no logramos notarlos, cada día nos acercamos un poco más al Salvador, nuestra vida y las cualidades que vamos desarrollando se asemejan a las divinas que posee el Salvador…Aprender a reconocer las impresiones que del espíritu no es algo que se aprenda de la noche a la mañana debemos prestar atención y hacer que nuestra vida este en sintonía, que seamos bondadosos, serviciales y determinados, así como los lamanitas de quienes hablo el Señor que fueron bautizados con fuego y con el Espíritu Santo al tiempo de su conversión, por motivo de su fe en mí y “NO LO SUPIERON”

A veces estamos tan ocupados con todo lo que tener que hacer en nuestro día a día que no prestamos atención a los susurros y no nos demos cuenta de que el espíritu nos habla.

La voz del Espíritu es una voz apacible y delicada, una voz que se puede sentir en vez de escuchar; es una voz espiritual que se recibe en la mente como un pensamiento que entra en el corazón, en todos los idiomas, el Espíritu de Dios —el Espíritu Santo— guía o puede guiar a todo miembro de la Iglesia y yo lo he visto en mi propia vida en los momentos decisivos he recurrido a ese preciado don, al compañero constante que me ha consolado y ayudado a poder a cercarme más a mi Salvador ,se que aun me falta aprender a escuchar o sentir mejor esa voz pero que si me esfuerzo por cultivar este don que se aviva mediante la oración y se le cultiva “mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio" y a media que hagamos eso podemos aprender a diferenciar la inspiración de las tentaciones y seguir así la voz del Espíritu Santo.

Vivimos en una época maravillosa, en la que contamos con plenitud del evangelio, tenemos un profeta que nos guía, una época en la que encontraremos la pregunta ¿Qué haremos? seremos guiados y protegidos de regreso a nuestro hogar celestial.


¿Qué necesito para ser participe de las promesas y de los milagros que puede el señor obrar en mi?

Durante esta clase me dice cuenta que al ser sus hijos podemos realmente vivir día a día esas cosas extraordinarias en diferentes tamaños, pues en ocasiones los milagros se vuelven tan recurrentes que dejamos de pensar que es especial, sin embargo cuando algo llega a nuestra vida y la hace girar 360° aprendemos a valorar y a recordar que jamás debemos perder nuestra capacidad de asombro.

El es nuestro Padre y jamás nos deja a la deriva, el nos ah dado los medios para estar en constante comunicación con el y nuestro hermano mayor Jesucristo.

Realmente podemos escuchar su voz a medida que nosotros aprendamos a oírle.

Reconocer la naturaleza de Nuestro Padre Celestial nos ayudará a que entendamos que el es amor, nos protege en cada paso que damos y sin importar nuestras acciones el buscará la forma de hacer que el evangelio, sus bendiciones y conocimiento llegue a nuestra vida y se asiente en nuestros hogares. Conocerle a él nos permitirá realmente a escucharle y a sentirlo en nuestro diario vivir, tenemos ese derecho, somos hijos e hijas de él, con la respectiva capacidad de entender la forma en que nos habla.

Podemos pedir milagros y escucharle pero no olvidemos que depende de nosotros acercarnos a él, pues sus brazos siempre están extendidos hacia cada uno de nosotros.

Su amor es tan único y perfecto que hace que sus promesas sean las más especiales, puesto que si nos esforzamos el las cumplirá.


 
 
 

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